lunes, 2 de mayo de 2016

Y yo soy tuyo.

La pregunta revuelve mi mente, como las hojas que bailan con el viento invernal
Aún caminando y estudiando todas mis suertes, no he podido encontrar esa razón que susurra a mis oídos en ese instante de miel de sueño donde mis sentidos caen con el peso de un día cansado
No,  más bien agotado, agotado más no agobiado.
No he tenido una luna indolente desde el día en que te conocí
No recuerdo a que sabe la amargura luego de una caricia de tus labios de miel.

El único temor que mi alma ha experimentado desde ese día es la tormenta de agujas qué se clavaron en mi corazón desgarrándolo con cada pulsación de miedo a perderte
Pero vuelvo con mi razón,  vuelvo con mi suerte
Y es donde mi sentir se calla,  pues las explicaciones huyen de mí
Corren mirando hacia atrás con expresión maternal diciéndome que quizá,  quizá lo mejor sea no saberlo
Pues cada vez que me lo pregunto me doy cuenta de lo alejado qué estoy de saberlo
No lo sé, y quizá,  nunca lo sabré.

No sé por qué  estás conmigo, no sé que favor le hice a la vida
No sé cuántas mercedes le di a la benevolencia
Ni juntando todos los versos que te erizan la piel
Ni con todas las melodías qué tocan los duetos en mi pecho cada vez que ríes,
No,  no se puede saber, no se puede explicar, y aquí estas eres tú,
Eres mía,  y yo,
Yo soy tuyo.

jueves, 8 de enero de 2015

Siempre

En una tierra muy, muy lejana, donde los colores y los sueños no alcanzaban a llegar, vivían una chica y su hermano, ellos dos eran muy diferentes y a la vez no, mientras que el chico practicaba todos los días para ser el mejor arquero de todo el reino, su hermana bella pero tenaz,  trabajaba muy duro tejiendo ropa para los nobles de la ciudad, para así, poder mantener a flote el entrenamiento de su hermano, pero siempre lo hacía en silencio.  A veces ellos discutían, a veces ellos lloraban, y algunas veces compartían su soledad,  pero al final del día el uno siempre estaba ahí para el otro.
Una mañana, cuando la chica se dirigía al río que cruzaba cerca de su pequeña choza, una banda de ladrones la tomó por sorpresa y la llevo consigo. Cabalgaron día y noche durante 3 ciclos, hasta llegar a un lejano castillo, donde vivía el señor de todos los bandidos, las intenciones de sus captores, era ofrecerla a este como esposa, pues era sabido que el gran señor bandido estaba en busca de una bella mujer para desposarla. Atravesaron unas grandes puertas de oro solido con dragones de plata como perillas, hasta llegar a un gran salón, lleno de pinturas y joyas adornadas de mil colores, pieles de distintos animales e incluso, exóticas especies encadenadas para diversión de unos pocos. Los bandidos se arrodillaron al estar frente al gran señor sentado en su trono, pero solo uno habló;
h gran Rey, señor de todas las tierras , y amo de nosotros los marginados, he partido en un viaje que duró seis días y seis noches para poder complacerlo con una mujer tan bella como anhelaban sus sueños –dijo el líder de la banda de captores, mientras permanecía aun de rodillas.
El señor bandido miro silencioso a su súbdito, e hizo una seña indicando que prosiguiera a mostrarle lo que le estaba prometiendo.
Eh aquí, a la mujer más bella del Reino Gris
Al decir esto, uno de los subordinados empujo a la chica, para que esta estuviese delante del gran señor bandido.
El Rey bandido al ver la belleza de la chica no pudo evitar levantarse de su trono e ir a pararse frente a frente a ella.
Quítenle las ataduras– rugió sin dejar de mirar a la chica
Inmediatamente el bandido que la retenía, retiro las cuerdas, liberando las muñecas de la chica.
Tengo las riquezas más abundantes  de todo este páramo—comenzó a hablar el Rey bandido—Tengo los animales más increíbles, tengo el castillo más grande y también las joyas más preciosas que hayas o vayas a ver en toda tu vida y sueños, todo lo que imagines y quieras podrá ser tuyo, tan solo, deberás jurarme amor eterno.
La chica, todo el tiempo mantuvo la mirada hacia el piso, hasta el momento donde escuchó estas palabras, entonces fue cuando levanto la cabeza y miro a los ojos al Señor bandido.
Mi hermano vendrá a salvarme—dijo la chica sin expresión alguna.
El señor bandido mostró una furia inimaginable, al escuchar esto
Esta es tu ultima oportunidad—dijo dándole la espalda—Júrame amor eterno o pasarás tus días a la sombra de este castillo.
Mi hermano vendrá a rescatarme—Continuó diciendo firmemente la chica, pero esta vez sin levantar la mirada
ue así sea—dijo el señor bandido, volviéndose a sentar en el trono—Llévensela al calabozo.
Y así fue como durante 7 años, la chica se mantuvo firme ante la idea de que su hermano vendría a sacarla de ese horrible lugar, algunas veces se imaginaba que sería de noche y de manera muy sigilosa, y otras veces en el día, cuando escuchaba que muchos caballos galopaban en su dirección, imaginaba que el chico había reunido un ejército para derrotar a todos los bandidos, pero ese día cada vez parecía más lejano.
Una tarde comenzó a escuchar un tumulto arriba de ella, los pasos resonaban apurados y los bramidos de los bandidos le ponían la piel de gallina, la chica no sabía lo que podía ocurrir arriba y la vida la había forjado para esperar lo peor de cada situación, así que se quedó callada en una equina de su pequeña celda, esperando a que los problemas del mundo exterior callaran, y la dejaran volver a su interminable espera, el miedo poco a poco se apoderaba de ella, pues cada vez era más tangible la idea, de que una batalla se estaba librando en las puertas del castillo, y la chica era lo suficientemente lista para saber que sin importar el ganador, era probable que ella siguiese siendo prisionera, y en un instante, las puertas del calabozo se abrieron de golpe, un sonido fino que cortaba el viento se escuchó, seguido del grito del guardia que mantenía a raya a los pocos prisioneros en el calabozo, este era el momento decisivo, la chica sentía el peso de la espera por su final, mientras se concentraba en escuchar los pasos lentos de quien podía ser su verdugo, así que cerró los ojos y agazapada en la esquina donde había estado todo este tiempo, espero el juicio final.
Hermana—dijo una voz que ella no conocía, firme y gruesa, pero a la vez tan familiar—Hermana soy yo—volvió a decir este extraño hombre.
La chica abrió los ojos, para ver a un joven de cabello largo , manchado de sangre por la batalla que habría librado, con un arco en su espalda y tendiéndole la mano con una sonrisa de esperanza y tranquilidad.
Hermana, ya todo estará bien he venido por ti—dijo el joven  sin dejar de sonreír.
La chica no podía creer, lo que estaba pasando, aún estaba dudando si aquello era una alucinación, si quizá su cordura ya había llegado a su fin, y estaba ahora del otro lado de la línea de la locura.
Disculpa haberme tardado tantos años—decía el chico mientras se agachaba y se posaba en cunclillas—no hubo día en que dejase de pensar en ti, pero sabía que un chico tonto con su arco no podía contra un castillo—decía mientras le acariciaba el cabello, solo como el sabia hacerlo
Sabía que vendrías a rescatarme—dijo por fin la chica—Mi hermano siempre vendrá a rescatarme

Tu hermano siempre va a rescatarte—dijo finalmente el chico, tomando en sus brazos a su hermana, y poniéndole fin a la aflicción tan larga de los dos—Siempre.

sábado, 8 de noviembre de 2014

Por una manzana que se le ha perdido.

La historia comienza en un autobús, que llevaba a un grupo de estudiantes universitarios de una conferencia hacia la universidad. Era como cualquier cliché ligado a los autobuses escolares: la gente reía y hablaba vívidamente, con caras de cansancio y satisfacción.
Entre toda esa gente estaba un chico; un joven que no era antisocial. Tenía varios amigos. Simplemente no tenía ganas de hablar después de estar casi 11 horas sentado en una silla incómoda, en una posición que no le favorecía mucho a su espalda y escuchando cosas que no le interesaban en lo absoluto. Este chico de dieciocho años se llamaba Fernando. Vivía relativamente cerca del complejo universitario, así que decidió pedirle al chofer del autobús detenerse en una avenida que estaba justo en medio de su casa y de la escuela. El chofer no encontró problema alguno, así que se pegó a la acera y se detuvo para que Fernando pudiese bajar. Fernando salió rápidamente del vehículo, evitando entablar miradas con sus compañeros y sólo despidiéndose con la mano de sus amigos. Estaba cansado, así que simplemente se fue. La avenida en donde se ubicaba no lo llevaba directamente a su casa. Tenía que doblar hacia una calle que no estaba tan transitada como donde se ubicaba. Fernando entró a la calle. De su lado izquierdo se encontraba un terreno baldío y lleno de espesura. Éste a su vez estaba junto a un pequeño arrollo que pasaba por debajo de un puente. Fernando conocía perfectamente ese lugar. Pasaba muchas veces en coche por el camino a la universidad, pero nunca a esta hora. Eran casi las 11 de la noche. Parecía que el viento invernal se había llevado cualquier indicio de humanidad de ese puente, y sólo el sonido de la maleza moviéndose rompía aquel silencio tan absorbente. Fernando se encontraba frente al puente, y notó que  la valla de seguridad estaba rota. Podía asomarse libremente hacia abajo y ver la obscura corriente del arroyo. Recordó que allí había ocurrido un accidente hace mucho, mas no recordaba las causas ni las consecuencias. Simplemente ligó las cosas.

Fernando comenzó a sentir frio, y con el frio sintió miedo. La calle estaba completamente vacía, y a causa del terreno no habían muchos faroles de luz por ahí; sólo unos cuantos muy distanciados, así que Fernando dependía casi completamente de la luz de la luna, al menos para ver a corta distancia. El muchacho tenía una costumbre desde chico, una salida para momentos donde la sensación de inseguridad se apoderaba de él, y era el cantar una vieja canción de cuna que su madre le había enseñado. Así que, para calmar un poco los nervios que le había causado el ver hacia abajo del puente, comenzó a cantarla. Y mientras cantaba y atravesaba lo poco que quedaba del puente, y sólo con el rabillo del ojo, notó un pequeño memorial en el piso y junto al arrollo – cosa que solo logró causarle inquietud a Fernando. El chico, tratando de calmarse, sacudió la cabeza, y reanudó su paso y su melodía. “Señora santana, porque llora el niño, por una manzana que se le ha perdido”. Fernando cantaba eso recordando con nostalgia la cara de su madre. En ese momento un choque eléctrico le partió la espina dorsal. Era casi como si un rayo hubiese atravesado el cielo y le hubiese caído justo a él, y no era más que la inquietante sensación de ser observado y perseguido. Rápidamente Fernando volteó hacia atrás, rogando dentro de sí que sólo se tratase de su imaginación, pero la desdichante revoltura de órganos en su estómago lo dominó al ver, a unos 20 metros, una pequeña figura que miraba hacia él, estática y pasiva. Simplemente lo observaba. Fernando giró su cara nuevamente hacia la dirección de su camino, dándole la espalda a la figura detrás de él. Estaba asustado. Trató de seguir caminando, pero el temor había sacado raíces de sus pies y el creciente pánico había hecho que éstas se insertasen con fuerza en el pavimento. Comenzó a sentir cómo su corazón se aceleraba y golpeaba su pecho como un tambor. No pudo evitar cantar en voz baja la canción de su madre. “Ya no llores, niño. Yo te daré dos: una para ti y otra para Dios”. Nuevamente tuvo la necesidad de ver si eso se había ido. Tenía la esperanza de que sólo fuese su imaginación y de que, cuando girase la cabeza, sólo le quedaría la burla hacia sí mismo por haber sido tan ingenuo. Fernando, en toda su vida, nunca había sentido lo que sintió. Era una combinación de total pánico, de peligro y a la vez de que todo había terminado. La sombra que antes había visto a lo lejos se había convertido en la figura de un niño, vagamente alumbrado por la luz del poste más cercano , y la razón por la que ahora podía darse cuenta de ello era porque estaba a la mitad de la distancia que antes. Fernando no pudo evitar dejar salir un pequeño alarido de pánico al mismo tiempo que sus piernas fallasen y lo dejasen caer al suelo. Temblando por su vida, el niño comenzó a caminar lentamente hacia él. Los sonidos de sus pasos rompían el silencio junto con lo que Fernando creyó que era un pequeño y tímido llanto. En ese momento Fernando salió corriendo alejándose del  lugar desesperado por el hecho de que la calle era muy larga y tenía que correr mucho tiempo, dudando también de si podría aguantar toda esa distancia sin cansarse. Estaba tan asustado que no pudo ver un pequeño bache que inevitablemente chocó con uno de sus pies. Fernando cayó e instintivamente volteó hacia atrás, pero el niño no estaba. Fernando trató de incorporarse sin quitar la vista del lugar donde había visto la última vez al niño. La sensación de temor había disminuido un poco, mas no había desaparecido, así que se decidió por proseguir en su camino y se giró nuevamente hacia adelante, sólo para descubrir que el pequeño estaba justo frente a él. Fernando se paralizó. Sentía que un grito luchaba por salir desde su garganta, que sus piernas le quemaban por las ganas de salir corriendo; pero no pudo hacer nada. El pálido cuerpecito del niño combinado con un coágulo gigante en la frente y el olor a podredumbre casi lograron que Fernando perdiese el conocimiento, pero su instinto de supervivencia no lo dejo ser débil en ese momento. El niño extendió una mano hacia el brazo de Fernando y lo abrazó. Justo al sentir el tacto húmedo y viscoso del niño, una sensación de asfixia lo dominó. Fernando cayó nuevamente en el suelo, pero esta vez sin poder respirar. Comenzó a ver todo en un tono un poco más blanco. Sus ojos se cerraban y su entorno era cada vez más frio y más… húmedo. En un abrir y cerrar de ojos Fernando se encontraba debajo del puente, luchando contra la corriente y contra la maleza para no ahogarse. A duras penas se incorporó y  escaló entre la maleza para ir al puente. Cansado, se tumbó en la acera y, junto al él, observó el memorial que minutos antes había decidido ignorar, por la fecha pudo ver que se trataba de un niño, un niño que fue el producto y la causa de ese accidente “Ya no llores niño, yo te daré dos, una para ti, y otra para dios”.

sábado, 12 de julio de 2014

Destras del espejo.

Las personas a lo largo de la vida, hemos tenido un temor, un respeto hacia las cosas desconocidas, y más aún, cuando lo desconocido nos sigue de cerca, y se da en algo tan personal como el reflejo mismo. Tú sabes a lo que me refiero ¿Verdad?, tú has sentido ese temor de mirar al espejo cuando te levantas en medio de la noche, apartas la mirada e intentas no voltear hasta alcanzar el interruptor de luz, si, a eso me refiero, a cuando la necesidad te obliga a ir al baño de noche, notas que hay algo detrás de ese cristal, algo que no cuadra… El instinto humano a veces es más perceptivo de lo que creemos y a pesar de que, la lógica nos ha acostumbrado a ignorar muchas de sus advertencias, es una voz constante que no se rinde.
Si con esto he despertado un poco de tu curiosidad, podemos hacer una cosa, vamos a darle seguimiento a un experimento que se dejó a medias hace mucho tiempo, que, a pesar de haberse desarrollado en una época donde la ética en la medicina y más aún en el campo psicológico y psiquiátrico, no era tan sólida como lo es ahora, fue suficiente para crear un sentimiento de humanismo en los doctores que la llevaron a cabo y en un acto de misericordia, ponerle fin.
Deberás ir a un lugar cerrado, un lugar en el que puedas quedarte en paz con tus pensamientos , donde la única compañía sea tu propia soledad, donde el único sonido, sea el de la serie de recuerdos que tu cerebro procese en ese momento, Pero lo más importante de todo, deberá ser frente a un espejo. ¿Quieres un consejo? Utiliza tu baño. Hubo personas que mencionaron que debería hacerse total o parcialmente a obscuras, pero este dato cae en lo irrelevante, pues se supo que muchos de los experimentos fueron totalmente con iluminación.
Sitúate frente al espejo, mantén tu vista totalmente recta hacia tus propios ojos, es ahora cuando entiendes por qué debe hacerse solo, concéntrate simplemente en verte a ti mismo, si lo deseas puedes observar toda tu cara por unos instantes, estúdiate un rato si así lo deseas, pero la finalidad de esto, es que te mires a ti mismo a los ojos, mantente así, obviamente los ojos van a resentir el esfuerzo pero ¡Aguanta! Trata de mantener la vista siempre al frente. Felicidades, es aquí cuando comienzas a aportar tu granito  de arena hacia la investigación en el área psicológica.
Comenzaras a notar pequeños cambios expresivos en ti, cosas que ni siquiera sabias que podías mover en tu cara, esto es la primera etapa, en este punto aún hay vuelta atrás, trata de no olvidar eso. Acto seguido, tu mirada comenzara a des focalizarse, pon mucha atención en esta etapa, porque es cuando tu mente dará rienda suelta a todos los mecanismos de autodefensa que se guarda para poder protegerse, Temor, ira, Melancolía, quizá hasta lujuria…. Desde este punto, tú decides si seguir, pues según los reportes, pasado esto ya no hay vuelta atrás.

La tercera etapa… Oh! la maldita tercera etapa, no es una exageración que a este punto del experimento le nombraran cómicamente con la desgarradora, pues los daños a largo y a corto plazo que puede producir en tu mente, no se alejan mucho del sobrenombre. En este punto vas a notar una perdida momentánea en tus capacidades motrices, tus brazos  no van a responder como deberían, puede que tus piernas comiencen a temblar, puede que no, pero lo que es seguro es que no van a atender el llamado de retirada, vas a sentir que la presencia detrás del espejo es cada vez mas grande , y peor aún, cada vez mas viva, los rasgos poco a poco van a cambiar, la expresión va a ser totalmente distinta a la que observaste durante todo este tiempo, quizá intentes cerrar los ojos, pero lamentablemente es inútil, pues a la misma velocidad en la que los cierras, estos se volverán a abrir nuevamente, y solo conseguirás un horroroso efecto de parpadeo en el ambiente, pero si crees que la peor parte ya pasó, déjame decirte lo equivocado que estas.
Todo se calmara de repente, tu rostro detrás del cristal va a volver a la normalidad, va a mirarte como lo hacía en los pasados 10 minutos, solamente habrá un detalle, y es la forma tan hipnotizante en la que te vas a ver... a pesar de sentir un entumecimiento en brazos y piernas ( lo que indica el regreso a la movilidad de estas) no las mas a mover ni un centímetro, solamente te veras por un rato mas, es cuando entramos a la bien llamada “Desgarradora” . Tu imagen poco a poco se ira borrando, no hay un patrón establecido para esto, quizá comience desde la cabeza, quizá desde la sien o la barbilla, o simplemente desde el centro de tu rostro, pero se va a desmaterializar, una ola de pánico y desesperación te va a invadir, querrás huir, gritar, hacer algo, pero lamentablemente será inútil, porque tu mente ya habrá colapsado.

Se reportan convulsiones, ataques epilépticos, derrames cerebrales e incluso ataques cardiacos, y aun si eres de la minoría que no sufrió de esto el momento, dolorosamente te dire que el daño en tu cerebro es incurable, pues en lo que a mí respecta  la esquizofrenia, el TDM o el síndrome de Amok no tienen una cura.

jueves, 26 de junio de 2014

Rebeca

Me preguntan con frecuencia qué es lo más significativo que me ha sucedido. Suelo responderles que no sé, pues no he pasado por una vida entera todavía. Sin embargo, puedo contarles acerca de lo más significativo que me ha pasado hasta el día de hoy.".No espero que sea una historia entendida por cualquiera , pues no la escribo para un público en general. Sólo espero que la encuentre un pequeño grupo de personas que tienen el mismo sentido de la perfección que yo.
¡Ah, sí! ¡La perfección! Y qué mayor expositor de la belleza que una mujer.
Mi nombre es William Deepwood y tengo diecinueve años. No hay mucho que decir de mí; estudio la carrera de arquitectura. Lo hago por el mero hecho de tener algo que hacer. Para mí siempre ha estado en segundo término el destacar en algun trabajo importante, y mas aun, por algo tan abstracto como el dinero en cantidades exageradas. No, yo sé lo que es importante: lo más importante es encontrarla.
Sí, toda mi vida ha sido una interminable búsqueda de la verdad, una verdad que me persigue y se anida en la parte más visible de mis pensamientos. No conozco su forma, pero sí conozco su voz, su hermosa y melodiosa voz.
Ella me habla todos las noches, susurra en mis mas dulces sueños, sus lamentos hacen que mi corazón se estremezca de dolor. Ella quiere que la encuentre, quiere estar conmigo, tanto como yo necesito su compañía. Pero no conozco su forma. Sólo me queda imaginar con mi limitada imaginación una parte de lo perfecta que ella es. Mi cerebro sólo tiene potencia para imaginar sus ojos. ¡Oh, sus ojos!, ¡esas preciosas piezas de color ámbar, con una profundidad tan grande y tan precisa que es casi como dos flechas encontrándose con el centro del universo, el alma!Sólo me aguardan días de soledad, pues no puedo estar con mi amada Rebeca. Sí, su nombre debe ser ése. Rebeca, un nombre de diosa para la diosa.
No conozco su forma pero sí su voz, sus ojos y ahora su nombre: mi hermosa y perfecta Rebeca.Recuerdo ese día, ese glorioso día cuando te conocí, mi amada Rebeca. Fuiste creada por manos mortales, pero a pesar de eso eres perfecta, mi vida, mi amada Rebeca.
Ese día mi compañera de clase me pregunto "¿Como seria tu mujer perfecta?". Ella no lo sabe, no se imagina que mi vida entera gira a tu alrededor. No sabe que es una interminable búsqueda de la perfección. Por alguna razón pude darle algunas de tus características, cosas al azar, pues nunca imaginé que alguien como ella pudiera tener una visión acertada sobre mi musa.
¡Oh Rebeca!, esa tarde fuiste impresa en papel. Tu figura fue plasmada casi tan exacta como mejor la pude haber soñado. Tu cabello negro y profundo, tan puro, tan extenso y metálico como la obsidiana; tus ojos que pueden ver el centro de mi alma, soñadores y sumisos, tus labios de muñeca, pequeños y finos como la porcelana, unos labios que harían a cualquier hombre cantar, y tu piel, preciosa blanca y tersa como las nevadas de invierno. Ésa eres tú, mi amada Rebeca. Perfecta, y ahora plasmada, sólo para mi.

Mi existencia ya está completa. Ese engranaje que le hacía falta al reloj de mi humanidad, ese componente, esa variable en la ecuación. Ahí estás tú, mi Rebeca. Ya no es necesario nada, todo es sólo una pérdida de tiempo, tiempo que puedo estar contigo, admirándote y amándote. No despegaré mis ojos de ese portal que une mi universo con el tuyo, ese pedazo de papel que se ha convertido en mi mas preciada posesión.Ellos me quieren apartar de ti. Dicen que no eres real, que no eres nada. ¡Malditos estúpidos! No saben nada, no te escuchan ni ven tus ojos como yo.¡Rebeca!, mi mundo se vuelve cada vez mas obscuro. La falta de agua y alimento, estas últimas semanas están comenzando a repercutir en mi organismo. La obscuridad se vuelve mas densa y lo sigue ese frió. Pero también hay esperanza, pues cada vez me siento mas cerca de ti, cada vez puedo distinguirte mejor. ¡Oh, mi amada Rebeca!, escribo esto porque espero que llegue a ti. Fuiste moldeada en papel, y por el papel me podrás escuchar. Llévame contigo, estoy listo, este no es mi fin, sino mi verdadero comienzo, la eternidad contigo, mi vida, hermosa, mi amada Rebeca.

Banshee.



Banshee

Todo comenzó en una expedición como  cualquier otra. El sargento McMalroy, duro y firme con las ordenes, en esa postura de juez que acostumbraba tomar en los momentos más difíciles, había ordenado peinar una zona tumultuosa  a las afueras de Dublín, a pesar de que las bajas habían sido notables, y la escasez de soldados era más que evidente habíamos recibido un reporte de  un grupo de guerrilleros que había montado un campamento en una casa vieja en las profundidades del bosque de Wicklow.

Mi compañero, el serio y temerario Gael O'Neill, la única persona que consideraba cuerda en todo este “ejercito de patanes”, compartía mi sentido común, pues al igual que yo,  pensaba estratégicamente, y creía, que deberíamos estar haciendo frente a los Ingleses, y no comenzar una absurda campaña contra un grupo de hambrientos alborotadores, y menos unos pobres diablos que habían tomado un lugar tan apartado de la sociedad  para recibir la atención que tanto ansiaban.
O'Neill y yo decidimos separarnos de el resto del grupo y encaminarnos al este, mientras los demás cubrían la parte nor-oeste.
Recuerdo muy bien cada detalle, eran las 6 de la tarde, el poco sol que aún quedaba era opacado por la densa capa de niebla que acostumbra cubrir el bosque a esas horas, en aquel silencio sepulcral, el sonido de nuestras pisadas y la respiración pesada de O'Neill era lo único que podía percibirse.
Caminamos aproximadamente diez minutos desde que el manto de Niebla cubrió totalmente el bosque, hasta tal punto de no poder ver un árbol a más de 2 metros de distancia.
Después de un rato O'Neill comento sentir frio, sonara tonto quizá, pues en cualquier bosque de toda la madre Irlanda hace frio, pero… este en particular , me sobrellevo un instante después de que mi compañero lo mencionara, era agobiante, casi como si la temperatura te aplastara el pecho y te dejara sin aliento, además de esto el ambiente se volvió pesado, a lo lejos los aullidos de los lobos resonaban en las paredes de troncos formadas por el bosque, aullidos que no eran de alerta, aullidos de miedo, de dolor, y de angustia.
Instantes después nos encontramos frente a la susodicha casa, O’Neill y yo compartimos una mirada afirmativa mientras desenfundábamos los rifles que llevábamos con nosotros.
Desde afuera y solo por casualidad, note que la chimenea de la vieja casa no estaba encendida, hecho que me altero de manera indirecta, pues según mi entrenamiento, y más aún, según mi experiencia conductas así no auguraban nada bueno.
Atravesamos la Gran puerta principal, que daba directamente al gran salón de la casa, es aquí cuando las cosas toman un camino, bueno… siniestro es lo más correcto.

Lo que encontramos no era en nada parecido a lo que nos habían ordenado buscar, estoy seguro de que al igual que yo mi compañero esperaba al menos ser recibido con un disparo de resistencia, pero… lo que encontramos, ahora lo puedo afirmar, es peor que un simple disparo.

En el gran salón, sentado en un sillón y viendo hacia la ventana, yacía muerto uno de los guerrilleros, lo que nos perturbo no fue el fallecimiento en sí, si no aparentemente, el cómo había muerto. La cara de aquel hombre estaba deformada por la expresión de horror que había en ella, los ojos estaban totalmente abiertos e inyectados en sangre, los tendones de la mandíbula estaban rígidos, haciendo que la boca expresara en un grito el intenso pánico que sufrió el pobre hombre al morir, en ese momento di un pequeño salto hacia atrás por el miedo, O’Neill se limitó a dar una mirada inquisitiva hacia la ventana, pues si el hombre había caído ahí, fue producto de alguien o algo detrás del cristal.
 Después de unos segundos, me acerque a mi compañero para dar una mirada hacia el bosque, mientras daba el segundo paso, logré ver un pequeño y espeso torrente de líquido rojo, que frente a mi comenzó a caer desde el techo.
A pesar de no ser mucho basto para sembrar un poco el pánico en los dos, O’Neill se acercó y al examinar la escena me indico que la sangre provenía del segundo piso, y que se había colado por entre las tablas, rápidamente desenfundamos los rifles y nos apresuramos hacia el piso de arriba. No hay mucho que decir de la casa, era una mansión de una de las familias antiguas de la ciudad, elegante de tapiz verde con la ornamenta típica de la época.
Llegamos hacia las escaleras y avanzamos sin tildar,  nuestros pasos resonaban en la alfombra polvorienta, y pudimos notar pedazos de vidrio conforme llegábamos a nuestro destino, O’Neill  arribó antes que yo el final de las escaleras, y al tocar el último escalón paró el avance, sus ojos y boca se abrieron de golpe mientras el arma se le escapaba de entre los dedos, no puedo culparlo por tener esa reacción, la habitación a la que llegamos era una carnicería, sobre una pequeña mesa, que parecía ser la que se utilizaba para tomar los refrigerios, estaba uno de los criminales boca arriba con la misma expresión que su camarada de abajo, la diferencia radicaba en que este tenía el estómago abierto desde el ombligo hasta el cuello, la abertura no parecía ser producto de un objeto punzocortante, era más bien como si algo hubiese succionado con tal fuerza que le había arrancado el estómago de tajo, el olor a sangre y carne inundaba el cuarto, y no pasó mucho antes de darnos cuenta de otro pobre desdichado más exactamente en las mismas condiciones solo a 3 metros de distancia, los dos nos quedamos perplejos por la naturaleza tan mórbida de la escena, examinamos un poco la habitación, entramos a una de las recamaras principales, la examinamos y no encontramos nada, justo cuando nos dispusimos a hacer lo mismo en las demás habitaciones, el sonido de un grito llego hasta nuestros oídos, después de una mirada afirmativa bajamos y salimos de la mansión hacia el bosque, avanzamos aproximadamente 25 o 30 metros hacia la espesura y nos detuvimos.

 Lentamente el manto de niebla volvió a cubrir la zona, era tan densa que no pude ver donde estaba O’Neill, di varios pasos hacia adelante con los brazos extendidos tratando de orientarme y llegar hasta un punto donde me fuese posible ver el panorama llame varias veces a mi compañero pero este no respondía, avance hasta toparme con un árbol que me lleno las manos de musgo al tocarlo, comencé a sentir pánico, podía percibir como los latidos de mi corazón aumentaban drásticamente el ritmo, los labios se me secaban, el sudor comenzó a resbalar por mi frente, mis reflejos reaccionaban a cualquier perturbación en el ambiente, un pequeño ruido bastaba para que mi pecho diera un golpe y girara mi cuerpo en dirección a él.

Escuché disparos, antes de analizar la situación ya estaba corriendo a respaldar a mi compañero, no sabía que podía esperar, no sabía ni siquiera a que debía enfrentarme cuando por fin llegara a la escena, y en un instante, me detuve. No lo hice por escuchar algo extraño, ni mucho menos por ver algo, ese era el dilema, que no escuchaba nada.
En ese momento fue que entendí, lo único peor que escuchar a una abominación es quedar a la deriva en el silencio, uno que perfora más profundo en la psique que cualquier otro sonido.
En ejercito te entrenan para saber cuándo retirarte, a pesar de dejar a un amigo atrás, corrí tan rápido como mis piernas me lo permitían de vuelta hacia la casa, no sabía a ciencia cierta si el camino que estaba tomando era el correcto, pero no me quedaba más que huir de ahí, detrás de  mí sentía que algo seguía mi rastro, llámenlo como les plazca pero percibía esa sensación detrás del cuello, ese gélido frio vestigio de un sexto sentido animal que la humanidad hemos perdido con el pasar del tiempo escuchaba como eso que fuere movía las ramas de los arboles  mientras avanzaba por el rabillo del ojo miraba como una mancha negra se acercaba más y más.
No pude soportarlo más y me gire hacia atrás disparando una ráfaga hasta acabar con la munición en el rifle, cuando se acabaron las balas, me di cuenta de que no había nada, por un momento no hice ningún ruido , mire hacia ambos lados buscando desesperadamente a mi persecutor, teniendo la esperanza de no ver nada, que todo fuese mi imaginación, cuando volví mi cuerpo hacia el camino que estaba tomando hace unos momentos fue cuando me di cuenta de lo equivocado que estaba.
Frente a se encontraba lo que parecía ser una mujer, encorvada tapándose la cara, sus ropas estaban rasgadas, el vestido que parecía ser antiguo y bastante lleno de mugre. Comenzó a llorar, yo me petrifique del miedo, mi instinto me decía que debía huir sin mirar atrás hacia la mansión pero mi cuerpo no respondía, solo podía quedarme ahí mirándola, y mientras más la analizaba más me daba cuenta de que no era humana, o al menos no completamente.

Su piel era pálida en extremo, tan blanca como la nieve que cubría Dublín en los fríos inviernos, su complexión era delgada, pero lo era antinaturalmente, parecía como si en cualquier momento sus piernas no podrían sostener su cuerpo y se quebrarían sin más, sus dedos eran exagerada y asquerosamente largos, no se podía distinguir donde terminaba el dedo y donde comenzaba esas uñas como garras, puntiagudas y negras. De un momento a otro detuvo su llanto, lentamente sus manos dejaron de cubrirle el rostro y pasaron a colgarle de los brazos, su encorvada postura paso a erguirse y… miró hacia mí.
Detrás de una capucha que cubría su cabeza vi la  cara, bueno, si a “eso” se le puede llamar cara, mas antinatural, infrahumana, horrible que haya visto en toda mi vida, simplemente era una cabeza con un agujero enorme en medio de ella, negro como si fuese un portal hacia la nada.
Súbitamente produjo un grito desgarrador y guturalmente agudo, fue ahí cuando por fin mi cuerpo reaccionó, corrí, lo hice como nunca antes en mi vida, sentía como las articulaciones se desgastaban y mis músculos se quemaban, escuchaba como esa cosa gritaba y me perseguía, ver la casa produjo en mí una sensación indescriptible de esperanza y de satisfacción, pero aun así no detuve mi marcha hasta que pude llegar a la puerta y atravesarla, comencé a cuestionar por qué tenía esa sensación de seguridad, no sabía si una simple puerta era suficiente para poder detener a ese mounstruo, y para mi suerte, ella no entró.

Rápidamente subí las escaleras, lo primero que pensé fue en ir a el armario de la habitación de arriba y esconderme ahí, esperar a que las demás tropas se percataran de nuestra ausencia y me rescataran, me tenía que aferrar a eso, no me quedaba más, cuando pase junto a los cuerpos recordé que todos habían muerto cerca de una ventana, claro… ella no puede entrar al perímetro, pero si atraerte hacia ella. Entré en el armario, y es desde aquí donde escribo lo que creo que será mi reporte final, quien sea que encuentre esto, ya no soporto sus llantos y sus gritos, me estoy volviendo loco, han pasado seis días y la poca comida y agua que dejaron los bandidos ya se me termino completamente, ya no soporto sus alaridos, estas son mis ultimas palabras, intentaré escapar.

Sobre el blog



Hola curiosos ocasionales, este blog lo he creado principalmente para compartir mis pequeñas y modestas obras, con el fin de mejorar mis habilidades, en base a críticas constructivas, y también en base a la práctica.
Soy un estudiante, y por lo tanto le dedico el tiempo que puedo a la escritura, mas no lo dejo de lado, es por eso que me decidí hacer este blog y compartir así, el trabajo que vaya realizando a lo largo de los meses venideros,